EL TRIPLE PROPÓSITO DEL PERDÓN

EL TRIPLE PROPÓSITO DEL PERDÓN

¿Por qué debo perdonar?

¿Sabías que la falta de perdón es una de las principales causas de estancamiento en la vida? Sientes que tu avance es lento, como si caminaras sobre la arena. Te preguntas, ¿qué ocurre...? El resentimiento o el rencor es una de las causas de mayores dolores y conflictos en nuestras vidas, cuántas veces has visto a tus seres queridos agredirse entre si, o guardar y alimentar rencores aún durante años, sembrando conflictos y separación, o traicionando sin lógica alguna. O peor aún cuántas veces te encuentras cargando rencores - por años y años - que no sabes como soltar y que se atraviesan más y más en el camino de lo que quieres en tu vida.

Hoy aprenderás algo de suma importancia para tu crecimiento espiritual y personal: ¡Debes perdonar!

Tres actitudes de quien no perdona

Quien se niega a perdonar asume tres actitudes:

La primera es: "Déjame el privilegio de guardar rencor o resentimiento hacia ti. Así el incidente haya ocurrido mucho tiempo atrás"

La segunda es: "Permíteme continuar arrastrando mi amargura porque, aunque puedo ser libre al perdonarte, prefiero seguir sumido en esta situación angustiosa"

La tercera es: "Aunque Dios perdona mis pecados, me inclino por desconocer el amor divino sembrado en mi corazón, al aceptar al Señor Jesús como Salvador, para seguir cosechando tristeza, fruto de no perdonar"

Si cierras la puerta al perdón, es tanto como que optes por vivir con un pesado bulto a cuestas. Te seguirá a todas partes, como una sombra. ¿Por qué decides proseguir así? Porque quizá estás luchando en tus propias fuerzas y no en las de Dios.

¿Qué pasos seguir?

Te preguntarás "¿Qué debo hacer para perdonar?". Es un proceso en el que irás paso a paso. El Señor Jesucristo estará contigo. No estás solo. Y, ¡podrás vencer!

#1.- Examina tu corazón

En primera instancia, es necesario examinar tu corazón y aceptar que la falta de perdón hacia quienes te rodean, esto se convierte en una enorme barrera para crecer a nivel espiritual y personal.

Un escalador Dijo: "Conforme uno escala, el peso del equipaje se torna más difícil de llevar. En ocasiones es necesario abandonarlo en la montaña. Es la única forma de poder ascender", explicó.

Igual con el peso del rencor, el odio y el resentimiento. Te ata. Impide que crezcas espiritualmente. Incluso, pone una barrera en tu relación con Dios porque sientes la conciencia acusándote por no perdonar. ¿Estarías dispuesto a continuar así? Sin duda que no.

#2.- Identifica por quién sientes falta de perdón

Un ejercicio sumamente edificante es que, tras haber orado a Dios quien conoce lo más profundo de tu corazón (Salmo 7:9), revises mentalmente a qué personas se te dificulta perdonar. Es fundamental para que puedas ser sano. Incluso, evalúa si vale la pena que sigas manteniendo rencor o resentimiento cuando el incidente ya pasó y, como tal, quedó en el pasado. Es probable incluso que el ofensor haya olvidado la falta.

#3.- ¡Abandona tus cargas!

Recuerda siempre que en la vida cristiana debes guardar una constante disposición a revisar dónde has fallado, qué correctivos debes aplicar y –por supuesto-- proseguir.

Hacerlo, debe llevarte a tomar tiempo para un examen sincero, exento de toda permisividad, acerca de dónde estás errado.

El apóstol Pablo, a las puertas de ser sacrificado, escribió: "No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; si no que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está por delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús" (Filipenses 3:12-14).

Tú y yo no somos perfectos. Siempre será necesario revisar todo cuanto haces. Una y otra vez descubrirás muchas fallas, tanto en el carácter como en la forma de pensar y de actuar. Recuerda que quienes sufren con tu actitud de no perdonar, además de ti, son aquellos que nos rodean. ¿Qué debes hacer entonces? Arroja las cargas ¡Hoy es el día para abandonarlas!

#4.- No luches en tus propias fuerzas

Si pretendes perdonar dependiendo de tus fuerzas humanas, de seguro fracasarás. En tu condición de ser humano tienes un extraordinario mecanismo que te permite guardar incidentes, imágenes y recuerdos, en un lugar específico que se conoce como el subconsciente. Y esos hechos afloran cuando menos lo esperas. De ahí que tu esfuerzo por perdonar se ve traicionado cuando estás frente a la persona que te hizo daño. Entonces, dependiendo de tus capacidades es casi imposible lograr hacerlo.

El apóstol Pablo era consciente de las limitaciones que tenemos para muchas cosas. Y por esa razón que escribió: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13).

Alguien expresó su desilusión porque siempre fracasaba en su propósito de perdonar. "Lo intento. Mantenía resentimiento hacia alguien. Transcurrieron una o dos semanas en calma pero de nuevo caí en ese estado de resentimiento", decía. ¿Cuáles alternativas tenía? Dos opciones. La primera, reconocer que es literalmente "imposible" cambiar si nos movemos en nuestras fuerzas. La segunda, que sólo es posible cuando le decimos: "Señor, no puedo en mis fuerzas, pero si me ayudas, sé que podré vencer el problema que tengo con la falta de perdón". ¡Tú puedes vencer!

Si no perdonas, te haces daño

La falta de perdón trae problemas a tu vida material, física y espiritual.

Perdonar es un precepto bíblico. El Señor Jesús lo expresó así: "...Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen... Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?" (Mateo 5:44-46).

Si Cristo murió por nuestros pecados y llevó nuestra pena en el propio acto en que nos perdonó nuestras faltas contra Él, una de las primeras inferencias es que debemos vivir perdonando los demás.

El texto clave de esta enseñanza se halla en Efesios 4:32: «Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo».

La misma enseñanza se halla en Colosenses 3:12, 13: «Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros, si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros».

Debes tener claro, entonces, que estás llamado a perdonar. Es fundamental para que alcances la meta de crecer a nivel personal y espiritual, que sin duda el propósito de perdonar afecta tu vida de tres maneras:

1. Te reconcilia con tu Creador

2. Te reconcilia contigo mismo

3. Te reconcilia con tu prójimo

Se libre!!! Hazlo ahora en el nombre del Señor Jesús y empieza a crecer a la estatura de Cristo.

"...Sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente,
así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo" (Efesios 4:32. NVI).